martes, julio 29, 2008

s-pensamiento


El pensamiento se oye desde aquí, es un murmullo incesante, perpetuo, casi diría que irreconciliable, perplejo, irreal, qué hastío. Casi sin descanso te golpea una y otra vez, vuelve a la carga, te observa, se aplasta contra la ventana, quiere pasar, introducirse, plantar cara, quizás confundir. Afuera tiene frío, llueve, es evidente.
Se estruja en el cerebro, se empequeñece cada vez más, y de nuevo crece desde el fondo. El pensamiento inunda la habitación, la casa, y hasta la calle por donde andas, te enmudece, te aísla, te filtra de la realidad, y te absorbe poco a poco, vuelta a empezar otra vez, se oye el pensamiento, se oye, primavera, otoño.
Ideas que me pasan por delante como película muda, ideas dibujadas en algún tejado loco, como gato desolado que anduviera paseando, y todo es tan posible aquí. Mirada embudo y evadirse ¡Qué palabra! Lo escucho desde aquí aunque esté a miles de kilómetros. A veces si me concentro lo suficiente el paisaje que crea resulta bello y antagónico, diría extravagante.
Finalmente el pensamiento se asoma a la ventana y se suicida chocando contra el cristal, adiós pensamiento loco, adiós pensamientos varios, adiós soledad de pensamiento incomprendido, adiós, adiós, hasta pronto.

Texto: Virginia Fernández “s-pensamiento”
Ilustración: Manuel Gallardo "Mirada embudo"

El pensamiento se oye desde aquí

Por lo menos yo lo oigo, clarísimamente, como si tuviera a Javier sentado aquí a mi lado. No soy ninguna adivina eh? Pero todos eso años juntos pues que quieres que te diga, nos conocemos muy bien. Otra bronca hemos tenido, de las gordas. “tengo que pensar”, así se ha quedado. La verdad es que pensar encerrado en un piso, sin salir, es tontería. Das vueltas, se acumulan las colillas en el cenicero, total, para qué, rumiar y rumiar, no sacar nada en claro, siempre la misma mierda. Con lo bien que se está aquí en esta terracita. No sé, el mar relaja, hay mil cosas que ver y no ver. Se ve la vida de otra forma. Domingo por la mañana, cafelito, leer el periódico. Los niños juegan en la playa, sus risas agudas suben en esta mañana de cielo azul. Pequeños placeres de la vida. ¿La felicidad? Eso, nada más.
Y el otro encerrado en el piso, rumia que te rumia.
Es posible que los humanos tengamos algún engranaje de más en la cabeza. Mira que la vida puede ser sencilla. Centrarse en el momento. Ni darle vueltas al pasado, ni desesperarse por lo que pueda pasar. El momento presente, ahí está. Esta mañana de domingo, estos niños jugando, este cielo azul, este sol de invierno y este viento que acaricia mi piel.
Suena el móvil, Javier. Sonrío, “Dime cariño… Has pensado mucho? … ¿Y qué te parece si nos vamos a Sitges y lo hablamos mientras nos comemos un arroz con bogavante? Si en aquel sitio que te gusta tanto… Y un buen vino blanco, que no falte, ayuda a pensar… Acércate a recogerme a la terracita de la playa, sí eso, en 10 minutos, yo también te quiero”.

Texto: Daniel Ortega “el pensamiento se oye desde aquí”