viernes, julio 27, 2007

Exposición de Pintura



Manuel Gallardo

“Tras su ventanal, algunas cosas”



Desde 28 de Julio hasta 12 de Agosto 2007.
Horario: De lunes a domingo. Mañanas: 11:00-13:00
Tardes: 19:00-21:00.
C/ Medio, s/n (Junto a Casa de la Juventud).
Bédar (Almería)

jueves, julio 26, 2007

Desidias y pensamientos varios

Las paredes lloran, riegan su historia sobre nosotros, ciegos de historia hayámonos. Mudos de risas, mientras los hombres se vuelven diminutos al paso del llanto, diminutos ante el mundo, al final nada. Nada, otra vez. Caos, quizás. No. La palabra no. No me gusta.
Sin embargo, si la palabra fuese sí. Debe serlo, será sí. Palabra irrebatible, y gustosa que busca en sí misma a ti.
Óyelas, escucha las formas del aire, su furia nos envuelve, calma nuestro dolor, rabia contenida abrasa. El hecho te hace levantarte, revelarte. Las raíces del mundo están ahí, se caen, ¿No las ves? ¿Dónde estás?
Las paredes cuentan su historia, que no caigan nunca. Escucha su rumor de siglos, no hagas que la desidia inunde todo. Escucha el silencio, no cierres las puertas a tu paso, tú eres. Tú siempre. Tú. No quiero que te vayas.
El mundo se levanta. ¿Dónde estás? ¿No lo ves?
Al final será la palabra amor, como siempre y como debe ser.


Texto: Virginia Fernández “Desidias y pensamientos varios”

viernes, julio 20, 2007

Suceso excepcional


Esto es un suceso excepcional y edénico, porque:
Te edenizo, me edenizas, edenizar de edén, claro, de edenoclitoral, de paraíso edénico, sustantivo masculino.
Te idealizo, te deletreo. Qué es idealizar, deletrear, entonces, engrandecer quizás, individuo, sobrestimar. Por qué. Tú.
Suceso excepcional que me sucede a diario: Y yo digo malabares, malabarismo, rito, ritual, nariz, pie, mano. Como un todo que te persigue.
Otra vez: Suceso excepcional, suceso extraordinario: Tú.
Suceso que irremediablemente te arrastra, te atrae y se repite en el tiempo, por ejemplo en primavera, verano, otoño, invierno, primavera, otoño, invierno, agosto, noviembre, enero, octubre, noviembre, otoño, otoño, noviembre. Por supuesto esto es así porque siempre eres. También eres siempre distinto y tú.
Por lo tanto te edenizo, me edenizas, se edenizan. Y nos unimos en la misma proporción, ida y vuelta, al cuadrado, otra vez, distancia.
El viejo reloj naranja se para de repente, otra vez el naranja, le das cuerda. El viejo reloj te llena el espacio temporal, te crea un sentimiento raro, es un sentimiento irracional, y lo que pasa es que se prepara por supuesto para el amor.
Así poco a poco nos vamos construyendo el puente, entre suceso y suceso. Y el puente es antiguo, indestructible, nunca se cae.
A mi gusta pasear. Cuando salgo a pasear siempre voy a ese puente que construimos, para ver si estás. Doy un rodeo antes de llegar por las aceras en forma de triángulo. Y sí estás, te veo de lejos allí parado. Estás esperando en el puente con camisa azul que no tiene cuello, camisa que me gusta, siempre la usas para ir a pintar, también para venir a verme. Nos cogemos de la mano en el puente y paseamos. Todo se vuelve edénico otra vez, y vuelta a empezar, edén, edenoclitoral, tiempo, suceso excepcional, tú.


Texto: Virginia Fernández “Suceso excepcional”
Foto: Manuel Gallardo “Almadrabillas”

viernes, julio 13, 2007

Pareceres y contradicciones

A mí me parece que todo es una pequeña contradicción. Contradicción del todo, contradicción de salir a la calle y que te salude una farola, contradicción del poder es querer, contradicción vital. No quiero que todo parezca pero no sea, contradicción: parecer-ser. Quiero que todo a tu alrededor se quede no tranquilo, y sí del color que te gusta: naranja. Que la vida no se adhiera al asfalto. Que los nervios no se te peguen a la suela de los zapatos, que la calle al pasar sonría a los transeúntes. Quiero que no caigan trozos de soles de las azoteas, que las escaleras que bajes no te hagan ruborizarte si se quedan mirándote el pelo. Que el piso en el que te muevas te guiñe un ojo, o el piso sea coqueto contigo, o te agarre de la mano. Que los charcos en la calle te sirvan de espejo, que todo sea nada juicioso, ni rejuicioso, ni repeinado. También que la razón pierda el pulso con la locura, que la locura no sea cuerda de ninguna de las maneras.
Que todo dé vuelta, se tercie revolución, revolución de los sentidos. Que haya un golpe de estado a los gobiernos del aburrimiento, del parecer pero no ser. Y todo esto aparezca mezclado con un helado de limón y chocolate, o un té.
Yo no sabía que no tenerte me traería como consecuencia este pensar de pareceres y contradicciones. Sentarse junto al mar y filosofar. Yo no sabía que este lado cuerdo de la razón se iba a volver loco de tanto parecer, contradicción y filosofía. Yo no sabía que el no tenerte llevaría un signo de igual a la reflexión loquera y locuerda de pensamientos que me traen irremediablemente hasta ti, hasta aquí.

Texto: Virginia Fernández “Pareceres y contradicciones”
Foto: Manuel Gallardo

martes, julio 10, 2007

Tengo una boca muda de no besarte. Y una afonía medioambiental que saltó por un precipicio, quiere decirse que ya no la tengo, no existe, se suicidó. Tengo olor a lluvia entre el pelo, y una ventana para mirar. Por tanto tengo desde mi ventanal algunas cosas. Tengo cómics en lienzos. Tengo mirada y libros. Tengo un cronopio que robaste para mí un día normal. Tengo tus letras metidas en una lata de latón, las colecciono, y un estuche con pintauñas azul. Tengo un extraterrestre en mi terraza que dice todo el rato: cronopio, cronopio, cronopio. Los cronopios son raros, no son insectos, son personas, y van por la acera izquierda de la calle. Tengo estrella por la noche que mira a la ciudad Estambul, y si te asomas un poco se ve. Tengo plantas sin pelos en la lengua que crecen y crecen, y un bambino que me regala pensares. Tengo pensares regalados, y frases que robo. Tengo letras para darte cuyo uso será ir de pulseras enrolladas en muñeca. Tengo unas rayas en un papel, y otro cronopio enroscado por ahí de tamaño superlativo, estratosférico y concéntrico.
Te tengo a ti diciendo reclamo, reclamo, reclamo, reclamo un trozo de calle por donde pensarte, unas sandalias planas en tus pies, un tejado de luna plateada y un cronopio mirando la luna y escuchando soul, una montaña con adorno, y la palabra amor.
Acá estoy sentada con todas estas cosas, las guardo en un baúl roto, en un baúl tambor.
Acá sigo pensando en mi lista de cosas-cronopio-clocharde que defiendo a escondidas. A los clocharde les pegaban porque eran raros, no quiero que les peguen. Llevan mucha ropa vieja para el frío y maquillaje.
Acá sigo, y no tengo más papel. Acá estoy con mi lista de cosas que voy a regalar, que estoy a punto de regalar.

Texto: Virginia Fernández “Lista de cosas y cronopios cortazarianos”
Foto: Manuel Gallardo